TOMAR UN TREN (BORRADOR)

Le parecía tan real que no podía ser un sueño, una fantasía. 

Había pasado la página, había dejado atrás los deseos infantiles, los sueños inalcanzables y la inocencia.  

Tantas noches se había desvelado esperando algún día llegar a ese momento, que en muchos momentos parecía intangible, que en muchos momentos le habían dicho que era imposible y por fin lo había hecho, por fin había recibido su primer beso; su amor era prohibido, pero eso no importaba ahora, porque ahora se estaban besando y para ellos todo lo que les rodeaba no existía, sólo existía el momento, sólo existían sus labios, sólo existía su cuerpo; todos sus problemas habían desaparecido. Con su intercambio de saliva, también se intercambiaban sentimientos que las palabras serían incapaces de describir, que sólo los labios, el latido incontrolable del corazón y el calor de su pecho era capaz de comunicar.

 Los dos continuaron saliendo, los dos continuaron viéndose en secreto. Se reunían entre las sombras, entre los árboles en medio de la oscuridad; y cada vez parecía más un error, pero cómo podría ser un error que ambos se amaran incondicionalmente, ¿es amarse un pecado?, se preguntaba en sus horas de insomnio, en sus horas donde todo parecía un error, donde todo habría que detenerlo. Pero nuevamente se sumergía en la aventura, se sumergía en la tentación. 

Con el tiempo su amor se descubrió, su hermano, quien se llevaba muy mal con él, le había seguido una de sus noches y le había contado todo a su madre; ésta molesta y al mismo tiempo sin poder creer que su primogénito haya cometido el peor de los pecados, deshonrando a la familia, humillándola a ella frente a sus amigas de la iglesia, quienes poco a poco dejaron de hablarle; le echó de la casa. Su hermano, con el tiempo se sintió culpable de su miseria y saltando a los brazos del aire dejó acabar con la suya propia. Ellos nunca se vieron, acordaron encontrarse en una estación de tren para partir juntos hacia el futuro, hacia la felicidad, sin embargo, sólo uno asistió a la cita, el otro nunca se apareció. 

¿Es el amor un pecado? se preguntaba nuevamente en sus horas de insomnio, sus compañeros estaban equivocados, pensaba mientras cerraba el libro, llegar al momento del beso no era tan difícil, llegar al final era lo inalcanzable; pensaba que al dejar atrás la inocencia, los sueños inalcanzables y los demás lamentos infantiles del protagonista el autor tendría la decencia de escribir algo mejor. Decepcionado, encendió su computador, buscó un resumen del libro, a él no le iba a pasar lo mismo que el protagonista , a él le iría mucho mejor, o por lo menos eso quería creer. Arrojó el libro a la papelera y engañándose a sí mismo trató de dormir almenos una noche.



 este cuento está dedicado a una amiga, porque estoy seguro que algún día nuestros sueños serán realidades.

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