PARA CAMBIAR HAY QUE PENSAR


Con motivo de las elecciones venezolanas del 16 de diciembre
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En nuestro país, se ha vuelto recurrente despertar cada mañana escuchando las cifras correspondientes a las víctimas de los actos violentos, y es que en los últimos diez años el Observatorio Venezolano de Violencia, ha reportado un total de 141.000 homicidios, con un promedio de 53 homicidios diarios. La violencia ha pasado a ser un problema tan incidente, que en una encuesta realizada a cincuenta estudiantes de la Universidad Simón Bolívar, el 84% de los encuestados consideró que ésta era el principal problema del país.

Lo peor de esta situación no son solo los afectados, igual de grave es la indiferencia con que la sociedad venezolana ha respondido ante este problema, es decir, no se ha hecho nada para controlar esta situación, la mayoría de los delitos quedan impunes, las autoridades ayudan a los mismos ladrones y son pocas las manifestaciones por parte de la población contra este problema. Esta actitud de indiferencia por parte de los venezolanos está relacionada con un ejercicio de sobrevivencia como planteaba Héctor Torres en “Respeto, no tolerancia” , debido a que al ser indolentes ante la situación del país, cada quien está negociando su espacio de existencia en él; estamos permitiendo el mal al otro para que no nos hagan mal a nosotros, pero ¿porqué sobrevivir cuando podemos convivir?, lamentablemente es porque no sabemos pensar, pero de esto ya hablaré más adelante.

No pretendo contradecir a otros autores que piensan que la violencia viene dada por los altos índices de pobreza en el país, o por las estratificaciones sociales donde ciertos grupos gozan de más oportunidades que otros, pero la violencia, sorprendentemente para muchos, está igualmente relacionada con el alto empobrecimiento del lenguaje que padece nuestra sociedad. Nótese que así como la gran mayoría de los estudiantes universitarios, a los que antes hacía referencia, consideran a la violencia como el problema más grave que acarrea Venezuela, de la misma forma, la gran mayoría de estos considera que estudiar lenguaje es inútil.

Si se quiere ver la deficiencia del lenguaje desde el punto de vista estadístico, la gobernación de Miranda decidió evaluar el rendimiento académico de estudiantes de 17 liceos públicos y 108 privados. Los resultados fueron alarmantes, el 42% de los estudiantes examinados no supera las competencias básicas de lenguaje y apenas 1% alcanza el rendimiento óptimo. El lenguaje es tan importante que según Cadenas su desconocimiento le impide al hombre pensar y evidentemente sin esta actividad caemos en una situación de primitivismo. El lenguaje es tan importante que el hombre no puede separarse de él, “el destino de uno afecta al otro y entre ellos se establece una constante interrelación que, al parecer, tiene la particularidad de estar a la vista y ser fácilmente pasada por alto”.

Quizás nos hemos convertido en la sociedad de la indiferencia, pues fíjense que la misma indiferencia que le hemos dado a la violencia la hemos repetido con el lenguaje. Como sin lenguaje no se puede pensar, no es extraño que vivamos en esta situación de supervivencia, la cual está estrechamente relacionada con el primitivismo producto de la “pasividad inconmovible” (como menciona Cadenas) a la que está sujeta nuestra sociedad.

Para llegar a la verdadera convivencia que todos buscamos, plantea Torres, se debe apelar a una conducta que implica compromiso, reciprocidad, solidaridad con el otro, a través de un proceso de pensamiento. Si pensamos, defiende Cadenas, entonces seremos capaces de conocernos a nosotros mismos, reconocer nuestras contradicciones, y luego ser capaces de comprometernos con los demás. Tomemos como ejemplo una caricatura de Quino en donde dos cavernícolas en un antiguo poblado creen ser la voz del pueblo, como ninguno desiste de la idea ni pretende escuchar al otro,  al final terminan matándose unos con otros y el pueblo queda destruido, fíjense que el problema de los cavernícolas es que están actuando de forma primitiva, no pueden pensar, y al no hacerlo cada uno busca sobrevivir en su entorno, actuando de forma violenta.

No es de extrañarse entonces, que el primitivismo imperante en nuestro país esté relacionada con los cada vez más altos homicidios de Venezuela. Sin embargo, no se puede apuntar con un dedo al culpable, no es la mala administración del país, la sociedad venezolana o la situación económica de la población los únicos factores a considerar, una de las raíces más grandes del problema radica en la decadencia del sistema educativo y en la falta de atención al lenguaje. Es por ello que para solucionar “las cosas más importantes” se debe primero hacer una reforma educativa,  en donde se le dé al lenguaje la importancia que merece, sólo así se podrá desarrollar el pensamiento y posteriormente la convivencia, de lo contrario seguiremos viviendo como cavernícolas hasta que llegue la inevitable destrucción de nuestra sociedad.


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